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Sensor adecuado para detectar concentraciones de vapores orgánicos (COV). Tolueno, Acetona, Formaldehído y otros contaminantes.
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Módulo Sensor de Vapores Orgánicos MQ138 para detección de gases contaminantes Smog
Sensor adecuado para detectar concentraciones de vapores orgánicos (COV). Tolueno, Acetona, Formaldehído y otros contaminantes.
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Sensor adecuado para detectar concentraciones de vapores orgánicos (COV). Tolueno, Acetona, Formaldehído y otros contaminantes.
Muchos compuestos orgánicos volátiles son peligrosos contaminantes del aire. La importancia de los COV reside en su capacidad como precursores del ozono troposférico y su papel como destructores del ozono estratosférico. Contribuyen a la formación del smog fotoquímico al reaccionar con otros contaminantes atmosféricos (como óxidos de nitrógeno) y con la luz solar. Se da principalmente en áreas urbanas, dando lugar a atmósferas ricas en ozono de un color marrón. Reduciendo la emisión de estos compuestos orgánicos volátiles y de los óxidos de nitrógeno se conseguiría evitar la formación del smog.
¿Qué son los vapores orgánicos?
Los vapores orgánicos son sustancias, líquidos volátiles, productos en aerosol o que se presentan de forma semejante al aire que pueden ser inhalados y que, al ser introducidos por las vías respiratorias, producen resultados finales como alteración de las funciones mentales y adicción. Los ejemplos más conocidos son los que emanan de solventes de todo tipo: gasolinas, removedores de pintura o barniz de uñas, sustancias desengrasantes, etc.
¿Cuál es el efecto agudo causado por los vapores orgánicos?
Los utilizados con mayor frecuencia en México son los solventes orgánicos, compuestos derivados del carbón o del petróleo, cuyo propósito es dar apoyo a la actividad diaria en la industria y en el hogar. Tienen como característica fundamental un olor peculiar y atrayente que se refleja como efecto agudo (es decir que se presenta a los pocos minutos de la exposición), sensación de adormecimiento o sopor, estimulación del estado de ánimo, euforia, laxitud, y posteriormente cefalea (dolor de cabeza).
Las sensaciones que se perciben son parecidas a las de una intoxicación alcohólica, la coordinación física y el discernimiento se debilitan, por lo que las personas expuestas sufren caídas y accidentes y su comportamiento puede ser violento por el nivel de excitación nerviosa que se alcanza.
Dependiendo del grado de intoxicación al que se llega, el riesgo es incluso de muerte, pues tales vapores inhiben la actividad del sistema nervioso central que controla la respiración y por falta de oxígeno en los pulmones se pueden provocar desmayos, estado de coma o la muerte por asfixia por los efectos en el corazón que propician un paro cardíaco.
Efectos crónicos de exposición a vapores orgánicos
La exposición frecuente o rutinaria aumenta la tolerancia, lo que hace necesario usar exposiciones más prolongadas para observar los efectos agudos. Al aumentar la exposición se incrementa el riesgo de daño cerebral permanente y se manifiestan cambios de humor extremos, escurrimiento nasal, hemorragias, irritación de los ojos, asma, temblores y convulsiones. También se incrementa el riesgo de arritmia y depresión respiratoria. El uso prolongado, además, provoca trastornos en todo el sistema nervioso y causa daños irreversibles en el hígado, corazón, huesos, glóbulos rojos, riñones y otros órganos debido a que en ellos se acumula el efecto de los compuestos, ya que son los órganos encargados de procesarlos y eliminarlos.
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